Hola Renata;
La semana pasada, cuando me preguntaste por qué estar en TECHO, me quedé un poco trabada al intentar explicarte las razones porque es bien complejo resumir todo en unos pocos minutos, así que hoy decidí escribirte para hacerlo más fácil.
Comenzaré poniendo un ejemplo; “Las Cruces” es un caso particular -pero no aislado- por ser una comunidad vieja que se formó hace aproximadamente 80 años en Xochimilco y al día de hoy cuenta con aproximadamente 500 familias, pero que tenga tanto tiempo no significa que esté consolidada o cuente con una buena infraestructura. Desde que sus habitantes llegaron a la zona comenzaron a organizarse para llevar servicios básicos a la comunidad y al día de hoy al menos un 15% siguen acarreando agua, no tienen electricidad y sólo 70% tienen drenaje.
Muchos de los barrios o colonias de la Ciudad de México tienen la misma antigüedad y cuentan con todos los servicios ¿te imaginas que en Jardines del Pedregal hubiera aún 120 casas (el 30% de 500) sin drenaje? Los comparo porque Jardines del Pedregal se conformó, más o menos al mismo tiempo que «»Las Cruces»». Pero, por supuesto, una de esas colonias formó parte de un proyecto urbano y la otra no figuró en esa idea de como la Ciudad de México debía ser.
Además de tener carencias de servicios básicos, las viviendas están construidas con materiales de desecho, techos de lámina metálica o cartón. Irónicamente, la mayoría de los hombres son albañiles y obreros (y las mujeres empleadas domésticas), todos los servicios médicos y escolares se encuentran bastante lejos, a una distancia aproximada de 20 min – caminando por supuesto, porque no hay pavimento que permita un flujo «»regular»» de coches, y sólo taxis de montaña llegan al lugar.
Ahora imagina estas carencias y suma un ingreso bastante reducido – en promedio, las personas ganan mil pesos al mes, o cuatro mil por familia. Me cuesta un poco de trabajo entender cómo es que hay personas que logran «»vivir»» bajo esas condiciones y es más difícil entenderlo si consideras que se encuentran a unos kilómetros de distancia de ti. Por curiosidad hice la medición de la distancia entre un centro comercial en Acoxpa y Las Cruces y sólo 9 km los separan, y lo hice porque cuando hablas de las comunidades parece que es algo muy lejano y ajeno a la vida del D.F, pero al poner una distancia entre ellos y tú, te das cuenta de que están en el mismo espacio; son personas que han crecido al mismo tiempo que nosotros y que muy probablemente se han cruzado contigo o conmigo cualquier día, sin saberlo.
El 28.4% de los habitantes de Xochimilco viven en extrema pobreza. Eso es una tercera parte de su población y me parece gravísimo. Quizás eso no suena tan alarmante, aunque no veo cómo no habría de serlo, pero para que te des una mejor idea: 16 millones de personas en México habitan en viviendas precarias, eso equivale a la población estimada de los Países Bajos, Chile o Ecuador. ¡Es la población de un país entero! y además, 7 de cada 10 personas pobres viven en las ciudades.
A mi parecer, una de las partes más complejas viene cuando hago visitas a comunidades y conozco personas que tienen mi edad -o la edad de alguno de mis hermanos- y en mis intentos de ser empática intento dimensionar cómo es vivir con la cantidad de conflictos y carencias que ellos tienen. Regresando a las cifras, 43.5 millones de personas tienen un ingreso menor a la vida de bienestar, eso significa que 2 de cada 5 personas en México viven al día con -máximo- lo que cuesta un boleto del cine, y es ahí cuando al ir a ese Centro comercial en Acoxpa, me sorprende pensar que a unos cuantos minutos hay alguien viviendo con lo que costó mi boleto.
Es por eso que estoy en TECHO. Porque sé que no puedo ignorar el hecho de que hay gente con la que quizás me cruzo diario viviendo en tales condiciones, lo que tienen que pasar día a día y el hecho de que no pueden disfrutar de la ciudad como yo puedo, porque al nacer y crecer en un asentamiento no tienen las mismas oportunidades que yo – eso quiero decir con “vivir la ciudad”. No creo que el trabajo en TECHO sea cuestión de tener un gran corazón, sino de simplemente aceptar que, aunque sé que todos somos diferentes, todos deberíamos tener la misma posibilidad de elección de cómo vivir y qué hacer día a día, es una cuestión de justicia, de tener las herramientas para decir «»sí quiero»», y de saber que para todos estos millones de mexicanos eso se queda en un «»no puedo»».
En fin, espero en unas semanas podamos platicar más por skype o por teléfono. Ya quiero que vengas al DF de nuevo.
Luz