Historia de comunidad: Tizilingo, la voluntad de una comunidad.

Frente a la sociedad tradicionalmente machista que les rodea, las mujeres mexicanas tienen dos opciones: adaptarse al molde que les están imponiendo o luchar por los derechos de su género.

Antonieta es una de esas mujeres que decidieron elegir la segunda opción. Su camino de vida es un ejemplo destacable de la dificultad de formar parte del género femenino en México. A lo largo de mi entrevista con ella, sentí una fuerza y una voluntad que casi nunca había escuchado en la voz de una mujer.

Hace ocho años que Antonieta vive en Tizilingo con sus cinco hijos que tienen respectivamente 2, 14, 16, 18 y 19 años. Sólo pudieron atender la primaria porque a su madre le faltaban recursos económicos para mandarles a la secundaria. No se puede decir que Antonieta no hizo todo para ofrecerles un futuro mejor: de hecho, es su principal objetivo en la vida.

Déjenme contar su historia.

Antonieta nació en Puebla, un municipio dónde, según ella, “las mujeres son educadas sólo para cuidar a sus maridos y sus hijos” y por eso no mandan las niñas a la escuela. En su pueblo, Antonieta se casó con un hombre que se volvió cada vez más y más violento. Después de tener su cuarto hijo con él, decidió separarse de esta amenaza cotidiana y se escondió en casa de sus padres. Cuando su padre regresó de E.E.U.U., Antonieta quiso también trabajar ahí para sacar a sus hijos adelante. Por ello, tuvo que dejar sus hijos con sus padres y cruzar el desierto durante cuatro días, con apenas dos litros de agua y un paquete de tortillas. Hubo un momento en el que se vio forzada a beber el agua de lluvia, a pesar de los riesgos de contraer alguna enfermedad.

Se quedó cuatro años en la frontera de E.E.U.U. dónde trabajó primero colectando cosechas durante un año y luego en una empresa de basura ecológica durante 3 años. En este segundo trabajo, era la única mexicana y debía realizar tareas físicas muy pesadas. Sin embargo, era el trabajo más seguro que podía encontrar y sus jefes la trataron bien. La contrataron como empleada fija, aunque clandestinamente, y la escondieron de Inmigración. Antonieta casi no hablaba inglés pero tenía muchas ganas de aprender y también tuvo la ocasión de enseñar algo de español a sus colegas estadounidenses.

Estos cuatro años en E.E.U.U. fueron muy duros: ella estaba sola y sufrió mucho de la discriminación de los propios mexicanos que vivían ahí. Según ellos, Antonieta hacía un trabajo de hombre y por eso la rechazaban. “Yo soy muy orgullosa”, admite ella, “y cuando alguien me dice que no puedo hacer algo, es un reto para mí”.

Así que Antonieta se hizo sorda a estas críticas y continuó luchando por mandar dinero a sus padres para que puedan construir una casa allá para ella y sus hijos. Sin embargo, las dificultades no acabaron aquí. Al regresar de E.E.U.U., se dio cuenta de que no habían construido la casa y que habían gastado su dinero en otras cosas. Ella entonces decidió comprar un terreno muy barato, y  así es como acabó en la comunidad de Tizilingo, en Xochimilco, México DF.

Ahora ya hacen 8 años que vive y trabaja ahí y 4 años que comparte su casa con Marcos, su novio actual, pero a Antonieta no le gusta esta situación. “Creo que aquí no puedo salir adelante”, afirma ella. Su experiencia le enseño que es peligroso ser dependiente de su pareja y, sobre todo, quiere comprar una casa segura y digna para sus hijos, “para compensar todos los sufrimientos que tuvieron”.

De hecho, la comunidad de Tizilingo no es el lugar ideal para realizarse.

“Si quieres hablar de injusticia social, basta mirar las condiciones de la comunidad” afirma con asombro Gustavo Rodríguez López, representante de Tizilingo y profesor de ciencias. Hace 20 años que algunas familias empezaron a instalarse en este lugar y las condiciones siguen siendo muy malas: no tienen acceso al agua, a la electricidad, a los medios de comunicación y el estado del camino hacia la comunidad no permite que se suba el camión de la basura o los bomberos. Por ejemplo, hubo un incendio en la comunidad el año pasado y tuvieron que enfrentarlo solos.

¿Por qué la comunidad sigue sin estos servicios? Otra vez, se trata de un problema de suelo y de pertenencia. Según las autoridades, Tizilingo es una reserva ecológica y no se puede construir en este terreno. Sin embargo, existen propietarios privados de estas tierras que aseguran que son suyas y que las venden. La consecuencia: los pobladores se encuentran en una situación absurda en la cual por un lado han comprado un terreno y poseen un contrato, y por otro lado se ven amenazados por las autoridades de sufrir una reubicación o multa.

“Podemos tener una casa de desecho, pero mejorar la vivienda construyendo con cemento está prohibido; así que soy un delincuente por haber construido una casa más digna”, afirma Gustavo. Como muchos pobladores de Tizilingo, el profesor espera la sentencia de la Secretaria del Medio Ambiente que puede ser desalojo, multa o compensación ecológica como reforestación. “Hasta que la comunidad no esté regularizada, no tenemos derecho a nada” sigue Gustavo.

A pesar de esta situación, se puede sentir una cierta vitalidad en la comunidad, una voluntad de superarse así como una confianza en su representante, Gustavo. “Claro, no nos llevamos bien con todo el mundo”, explica este último, “pero cuando tenemos un proyecto común, olvidamos nuestras pequeñas peleas y trabajamos todos juntos”.

Es gracias a esta voluntad que el trabajo de los voluntarios de TECHO avanzó de manera muy rápida en Tizilingo. Junto con los pobladores, organizaron la separación de la basura, diversos talleres (de construcción, gastronomía, etc.), construyeron un baño seco para una familia y tienen muchos más proyectos por adelante. “Lo más urgente es arreglar una parte de la subida (del camino)”, explica Juana, una de las coordinadoras de la mesa de trabajo, “porque arreglar esto permite desbloquear muchos otros problemas como el acceso al agua o el transporte de los basureros y las ambulancias”.

Tizilingo es una comunidad tranquila y bastante segura, pero le falta mucho todavía para ser un lugar dónde se pueda vivir de manera digna. Los pobladores ya cuentan con la voluntad para sacar a su comunidad adelante, pero le faltan recursos.

Tú puedes ser la gota de agua que hará cambiar sus realidades:

  • Puedes apoyar a estas familias haciendo una donación o convirtiéndote en socio.
  • La comunidad tiene muchos proyectos para 2014 para los cuales necesitan voluntarios. Infórmate acerca de las próximas actividades en Tizilingo en su página Facebook.
  • También puedes enterarte de las necesidades de otras comunidades en la página web de TECHO-México.

Gentiane Dufays

Voluntaria