Atender el presente para asegurar su futuro; por un Día del Niño sin pobreza.

Después de dos horas de camino desde la Ciudad de México, llegamos a Compuertas, una comunidad en el barrio de Zimapán, municipio de Teoloyucan, Estado de México, donde habitan 655 personas, de acuerdo con el INEGI. Aunque, cualquier persona que te encuentres en la calle, te podrá decir “somos 100 familias”.

La vida en Compuertas no es sencilla, el ambiente que rodea a la comunidad no podría ser descrito como el ideal que muchas familias buscan cuando piensan dónde criar a sus hijos, sin embargo, es algo común entre las comunidades que viven en situación de marginación en el Estado de México. La zona Metropolitana del Valle de México se encuentra plagada de barrios y colonias donde vivir cerca de fábricas con residuos tóxicos o de ríos de aguas negras un denominador común y Compuertas no es la excepción; se encuentra a unos metros del Gran Canal, el cual se encuentra altamente contaminado y de las vías del tren por donde pasa «»La Bestia»» – presentando también un ambiente de inseguridad.

Para ganarse la vida, la mayoría de las personas en Compuertas se dedica a la fabricación de  ladrillo rojo. De hecho, esta es la actividad que le dio vida a la comunidad al generar demanda de mano de obra; 56 familias que diariamente preparan arcilla y adobe, encienden los hornos con residuos de madera o basura para coser cientos de bloques rojos que se usarán para levantar muros, muros que improbablemente serán para sus propias casas, pues resulta irónico y un poco incomprensible que una comunidad dedicada a generar material de construcción no pueda contar con viviendas dignas, dado que para cubrir gastos de alimentación, salud, vivienda y educación, las familias sólo cuentan con un ingreso promedio mensual de $2,400.

Jesús Antonio Ramírez, “Chucho”, tiene 11 años y estudia sexto de primaria; vive con sus padres y es el mayor de tres hermanos. Chucho es uno de los niños que acude al Programa de Educación que TECHO lleva a cabo en Compuertas desde 2011. Cada sábado Chucho y sus hermanos -José Manuel, de dos años, y Juan José, de ocho- asisten a las actividades que el equipo de voluntarios realizan los fines de semana como parte de la metodología de reforzamiento escolar: sesiones de regularización en español y matemáticas, sobre todo. 

Los tres niños salen de casa por la mañana y caminan unos metros hacía la Sede comunitaria; llegan y se sientan en los lugares que ya conocen: Manuel junto a otros seis niños y niñas en la pequeña mesa con sillas de colores del área preescolar; Chucho y Juan en una larga mesa con los niños de primero a tercero de primaria, en un extremo, y los de cuarto a sexto del otro.

“De grande quiero ser policía para ayudar a las personas”, dice Chucho durante una actividad sobre oficios y profesiones. Él, al igual que al menos otros 4.7 millones de niños y niñas en todo el país cuenta con al menos tres carencias; acceso a la canasta alimentaria básica, salud o educación y vivienda o vestido. Quizás en este momento las probabilidades dictan que esa falta de acceso a la educación le impedirá llegar a ser policía en una comunidad donde esta figura se ve rara vez, pero hacer algo para reducir esa estadística es mi motivación y la de otros voluntarios para venir cada fin de semana a Compuertas a trabajar con Chucho, sus hermanos y sus amigos.

Chucho es siempre el primero en terminar y junto a su mejor amigo Israel, salen a jugar a las canicas mientras esperan que los demás niños acaben para todos juntos jugar fútbol.

 

¿Por qué reducir la pobreza en la infancia es necesario?

El Estado de México es uno de los estados de la República con mayores niveles de desnutrición infantil. Junto con las niñas y niños de esta localidad, al menos 4.7 millones de niños y niñas en todo el país crecen en condiciones de pobreza extrema. Para los niños que viven en este contexto, la probabilidad de que se perpetúe y reproduzca la pobreza en la siguiente generación es mayor que en la población adulta, de acuerdo con el informe presentando en 2014 por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) “Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes en México 2010-2012”.

En ese mismo informe, los resultados revelaron que 21.2 millones de niños vive en condiciones de pobreza, es decir, 1 de cada 2 niños en el país.  Esta cifra a nivel internacional coloca a México como el segundo país de los miembros de la OCDE con el mayor índice de pobreza infantil, sólo detrás de Israel.

Invertir en el desarrollo de las niñas y los niños, en garantizar su acceso pleno y adecuado a la educación, a la salud y a un ambiente libre de violencia, es fundamental para erradicar la pobreza.

¿Quieres hacer algo por que estos números reduzcan? Existen varias formas de participar para generar acciones que reduzcan la pobreza en México, una de ellas es participando en alguno de los Equipos de Comunidad de TECHO México.

Con información de Jessica Gutiérrez.

 

 

Y ASÍ CELEBRAMOS A LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS EN TECHO MÉXICO